Es más fácil juzgar el talento de un hombre por sus preguntas que por sus respuestas.
Duque de Levis (1755-1830) Pedro Marcos Gastón. Escritor francés.
Duque de Levis (1755-1830) Pedro Marcos Gastón. Escritor francés.
No hay nada peor que una cita de negocios en Polanco.... mi amiga la Polly diría que sí, que algo peor que eso es vivir en Polanco, y ser despertado por mentadas de madre y claxonazos. Pero como esta historia es sobre Betty y no sobre Polly, diremos que no hay nada peor que una cita de negocios en Polanco.
No hay lugar posible ni probable de estacionamiento, por menos de 20 o 30 pesos la hora... incluso si dejas el auto en la calle, el viene-viene tiene tarifas establecidas de "20 baros, güerita". Igual no hay manera posible de dejar el coche cerca de donde vas, lo cual es toda una prueba de destreza para una Soltera Desesperada que, fiel a su espíritu fashion, usa tacones ultra altos pero muy inn. Caminar en tacones no es una destreza, no me mal entiendan: caminar con tacones por las aceras de esta ciudad, llenas de grietas, desniveles, obstáculos y toda clase de mierda, eso es lo que constituye la prueba de destreza.
Concentrada en caminar, no me di cuenta que un coche bajó la velocidad a mi lado. Su ocupante bajó el cristal de la ventana y me gritó:
-¿Estás buscando trabajo?-
Al ver que no obtendría más respuesta que mi cara de desconcierto, continuó:
-Es que te veo tan arregladita y tan linda y con ese folder en la mano que pensé que estás buscando trabajo-.
¡Claro! ¡Era tan obvio y evidente! Lo mismo daba que me hubiera dicho: "¿Estás buscando marido? Es que te veo tan arregladita y tan linda y tan solita que pensé que eras Soltera Desesperada"
¡A fuerza!
El tipo se fue, y con todo y mi miedo a las alturas llegué al sexto piso del edificio en donde tenía que ver a un cliente.
La cita pasó, todos felices y contentos nos despedimos en la puerta del despacho de mi cliente, y mientras esperaba al elevador, un tipo se me acercó.
-Tarda mucho, ¿no?-
-Sí- le contesté, tratando de ocultar una mueca de "ash", de esas en las que volteas los ojitos para arriba y tuerces la boca dando la impresión de que el otro está diciendo necedades.
Bajamos en el elevador el tipo y yo, y un silencio sepulcral que claramente decía que cada quien tenía sus propios asuntos.
Ya en la calle, el tipo venía detrás mío.
-Oye, oye, ni siquiera me dejaste presentarme...-
-Soy Betty Buh, mucho gusto-, de dije dándome la vuelta y ofreciendole un apretón de manos, que no lo hizo feliz porque me jaló para plantarme un beso en la mejilla.
(Eso del beso en la mejilla es una costumbre por demás inconveniente cuando no te agrada a quien estás besando, ni quien te besa...)
Dijo su nombre, que la neta no recuerdo, y yo me di la vuelta y seguí.
-¿Vives por aquí?- el tipo aún me seguía.
¡Desde luego! Porque vengo saliendo de un edificio corporativo, de traje sastre y a medio día, es evidente que vivo por aquí.
-No-.
-Yo tampoco... me voy por acá-.
-Ah... hasta luego-.
De nuevo me toma la mano para despedirse y es inevitable que me bese en la mejilla.
-¿Y entonces...?-
Lo miro con tanta sorpresa. ¿Y entonces... qué? "Y entonces..." es un recurso que se usa en la narrativa de las Solteras Desesperadas cuando estás a punto de llegar a la parte cuchi-cuchi del cuento, cuando tus amigas te dicen, "A ver, aguanta a que prenda un cigarro/me traigan más café/regrese del tocador/apague mi cel...". En ningún caso documentado hasta el momento se trata de una línea de ligue exitosa,
-¿Y entonces qué?-, pregunto al fin.
-¿Te llamo?-
Sonrío a medias. La peor estrategia de marketing personal en esto de ligar Solteras Desesperadas, por muy desesperadas que sean las solteras, es pedir permiso... (Y habla de la calidad del especimen).
-No- contesté y me di la vuelta.
Morleja: Evita, en lo posible, hacer preguntas tontas...
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