miércoles, 9 de agosto de 2006

¡Fantoches!

La revista Men's Health publicó un estudio que me tiene indignada:

"De acuerdo con las respuestas, los mexicanos duran poco en los escarceos preliminares: 16.91 minutos contra 16.92 de los alemanes, 17.2 de los australianos y 17.44 minutos de los ingleses.
Pero el panorama cambia para el periodo entre el jugueteo preliminar y el clímax: los británicos promediaron 18.64 minutos, los holandeses 22.42 minutos y los mexicanos 23.17 minutos".

¿Por qué me tiene indignada? ¡¡¡¡Por que les preguntarón a ellos!!!! Si hacen el estudio entre mujeres, se encontrarán cosas muy distintas...

Habría que hacerlo... ¿Quienes aguantan más, chicas postmodernas y globalizadas?

sábado, 5 de agosto de 2006

Plegaria


San Antonio, encuéntrame novio.
San Maroto, que no sea roto
San Eleazar, que me saque a pasear
San Gabriel, que me sea fiel
San Alejo, que no sea pendejo
San Hilario, que me dé todo el salario
San Crispín, que no sea un "rapidín"
San Erasmo, que me lleve al orgasmo
Santo Tomás, por delante y por detrás
Santa Carlota, que la tenga bien grandota
Y San Matías, que me lo haga todos los días
Así sea. Amén.

jueves, 3 de agosto de 2006

¿Quién es una Soltera Desesperada?

Estos especímenes oscilan entre los 25 y los 35 años de edad, aunque suele haberlas más pequeñas o más grandes. Por lo general, tienen estaturas y pesos varios, diversas formas anatómicas y muy distintos rasgos físicos. En lo que todas coinciden es en que son solteras (en el sentido de que no son casadas), y ansían abandonar ese estado civil a como dé lugar.

No todas las solteras son desesperadas, ni todas las desesperadas son por supuesto solteras. Nuestro especimen por lo general es totalmente fashion, trabaja, tiene auto propio y en ocasiones hasta departamento o casa, por lo que los especímenes más desarrollados de la especie viven solas, lo que las lleva a pasar largas jornadas fuera de sus solitarios domicilios.

Las solteras desesperadas son mujeres inteligentes y exitosas, de ahí que provoquen en el sexo opuesto las más diversas reacciones de rechazo a establecer lazos más permanentes, originadas especialmente por la impresión equivocada de que estas mujeres no necesitan ser protegidas por un hombre.

Las relaciones que establecen con el sexo opuesto son esporádicas y casi siempre resultan en un drama tipo Ángeles Mastreta. Generalmente, el aburrimiento o la necesidad de llevar la relación al siguiente nivel hace que las solteras desesperadas terminen con sus relaciones, cuando estas duran varios meses.

En sus relaciones con otras mujeres, las solteras desesperadas suelen ser selectivas. Por lo general, sólo se acercan a otras solteras desesperadas, y consideran al resto como mujeres de poco carácter, poco interés o mucha suerte. No suelen salir con ellas, pero si es inevitable buscarán la manera de salir en grupos grandes donde la presencia masculina sea tal que neutralice el exceso de estrógeno en el ambiente.

Las solteras desesperadas se llevan bien con fiestas, cafés, cines y restaurantes; pueden verse solas o acompañadas; con un vaso de vino o una coca light; en falda, vestido, o pantalón según lo dicten las últimas tendencias de la moda. Eso sí, sempre se mostrarán ávidas de platicar hasta el cansancio de cómo y por qué les gustaría dejar de ser solteras desesperadas.

lunes, 17 de julio de 2006

De Almodovar, tercer acto

Escena 1

Betty se levanta. Va a la cocina y se empina una coca-cola directamente del envase. Mira a su alrededor: son las ocho de la mañana y la casa de Letty está hecha un asco. Ésta y Patty siguen dormidas, así que sube de puntillas, dispuesta a dormir un poco más. De repente, desde el fondo de la habitación de Letty, alcanza a escuchar un murmullo: es una voz ronca, inconfundiblemente de un hombre. Betty regresa de la cruda en dos segundos y corre de vuelta a la habitación que compartió con Patty.

"No inventes, ha de ser el noticiero", refunfuña Patty medio dormida. Como si fuera apenas lógico y razonable que Letty, después de una borrachera que acabó bien entrada la madrugada, estuviera mirando las noticias a las ocho de la mañana. "No manches, en serio no es el noticiero", responde Betty.

Patty se levanta, y sale del cuarto, aun incrédula. Betty se acuesta boca abajo y piensa qué bruta soy, cómo no me dí cuenta que Pepe anda con Sandra. ¡Pero si ni siquiera se tocan! Eso, en su cabeza, es un absurdo: ¿cómo querer a alguien y no tocarlo? De repente, se abre la puerta de la habitación con violencia, y entra Patty con la respiración entrecortada. Haciendo un esfuerzo sobrehumano por no gritar, exclama !No manches, sí es Coque el que está en el cuarto de Letty! La evidencia es irrefutable: la voz extraña sí es de un hombre que está en el cuarto; el auto de Coque está parqueado frente a la casa.

Escena 2

Patty y Betty medio se arreglan, medio levantan el tiradero del jardín y de la cocina, y medio preparan un desayuno escueto y picoso con las sobras de la comida. Letty, aún en pijama, entra a la cocina y las tres se miran con un gesto de susto, sorpresa y complicidad.

"Coque se está bañando", dice Letty. La pregunta inevitable nunca llega, porque Letty la anticipa: "no pasó nada: nada más quiso quedarse a dormir".

Coque baja y mira a las tres solteras desesperadas sentadas a la mesa de la cocina, bebiendo un café. Parece un niño avergonzado por haberse orinado en la cama. Se sienta y Letty improvisa unas quesadillas. La platica de sobremesa versa sobre la difucultad de encontrar un banco que le atienda a uno bien. Coque se apresura a comer, se despide y se marcha.

Solas y seguras de que la otra no creería su historia, las tres se platican la aventura de la noche. La más interesante es la de Coque: ¿Entonces es cierto que a determinada edad los hombres dejan de pensar en eso y solamente en eso? ¿De verdad crees que podrías andar con alguien que te lleva casi 20 años? ¿Tú crees que de veras sea posible enamorarse de él? ¿Será todo lo que esperas?

La narración de Betty y su cortísima aventura con el contrabajista sorprende a las otras dos, no por el hecho, ya de por sí conocido, de que Pepe intentara ser infiel. Las sorprende por su descaro, rayano en la inocencia. ¿No te diste cuenta de que andan? ¡No, pues si ni se tocan! ¿Y te besó así nada más? Pues claro, ¿qué más querías? ¿Y qué le contestaste? Que gracias, pero no gracias.

La intriga más grande era qué había pasado con Patty y Felipe. Y también fue la mayor descepción: no pasó nada. Estuvieron en el auto platicando, nada más. ¿Todo ese tiempo? Sí, todo el tiempo, platicamos y ya. Pero me gusta mucho. Pero ¿y su mujer? Pues dice que con ella no puede compartir lo que le gusta, porque lo aborrece. ¿Y luego? ¿Y las llaves? Van a tocar otra vez en el Rentoy a las 12. Pues ni modo, hay que verles la cara otra vez.

Escena 3

A las 12 de la tarde, con la cruda y la desvelada y todo, los tres alegres bohemios y las tres solteras desesperadas se dan cita de nuevo en el Rentoy. Las gafas oscuras están a la orden del día, y pretenden esconder lo que para ellos es un secreto y para ellas es una verdad compartida.

Felipe le da las llaves a Patty; Coque le invita una limonada a Letty; Pepe no puede mirar a la cara a Betty.

¿Nos veremos pronto? Le pregunta Felipe a Patty. Ella, incapaz de decir que no, dice que sí, que le gusta mucho verlo tocar, que la verdad es súper talentoso y que con mucho gusto volverá a verlo cualquier día que la invite. Coque le susurra a Letty algo al oído y todos entienden que algo pasó, pero nadie se atreve a pensar más allá de sus manos agarradas por debajo de la mesa. Betty maldice tres veces su suerte cuando Sandra se sienta junto a ella y empieza a platicar como si fueran las mejores amigas.

Más tarde, en la comida, las tres concluyen lo siguiente:

1. Los músicos son impredecibles.
2. Los hombres no son iguales: varían según el modelo y la marca.
3. Ellos ni se imaginan que las tres íbamos a platicarnos todo entre nosotras.
4. Si se lo cuentas a alguien más, de seguro te van a decir que estás loca: esto ni a Almodovar se le puede haber ocurrido.

viernes, 30 de junio de 2006

De Almodovar, segundo acto

Escena 1

A toda prisa,
Felipe y Patty gritan "nos vemos en el Rentoy", y se escabullen en el auto de éste. Letty y Betty se organizan mal, así que el buen Coque se ofrece a llevarlos a todos en su auto. ¿Qué piensa un hombre que te saca media vida de ventaja cuando ofrece llevarte de fiesta en su auto? Que, con toda certeza, tendrá que llevarte de vuelta en algún momento...

En el espacioso asiento trasero de un Lincoln,
Betty y Pepe se apretujan. Él la toma de la mano y ella no opone resistencia: parece que ya cayó. ¿Qué piensa un hombre de una mujer cuando la toma de la mano? Que está marcando su territorio, y ante los ojos del mundo exclama con fuerza: esta mujer es mía. Una mujer deja que la tomen de la mano cuando sabe que de eso depende la seguridad del hombre. Pepe mira insistente el reloj y apresura a Coque, que no puede mantener el auto dentro del carril.

Letty suspira: ¿será o no será? Cuando Letty se hace esta pregunta, no espera respuestas fáciles. Si a Coque alguien le hubiera preguntado eso en ese momento, con toda certeza hubiera respondido "pues que sea, ¿no? Sea lo que sea..." Pero Letty no quiere respuestas fáciles. Quiere un marido, hijos, vacaciones, una casa, una vida en conjunto... por eso cuando Letty suspira, hay que tener miedo: ya esta viendo al tipo en traje de novio...

Pepe y Betty se bajan, todavía de la mano, frente al antrillo, mientras Coque y Letty aparcan el auto. Pepe voltea sospechosamente hacia uno y otro lado, y jalando a Betty hacia un rincóncito oscuro, le planta un beso. Acto seguido, caminan hacia el interior del lugar: él la deja sentada en una mesa cerca del pequeño escenario y se va, con contrabajo y todo, a prepararse para salir a escena.

Escena 2

Letty se baja del auto. Ha estado callada. Coque piensa que probablemente está pensando mejor las cosas... Eso que piensa Coque es, básicamente, así: ¿se quiere acostar conmigo o no? ¿Me encuetra atractivo o de plano me ve muy viejo? ¿Le quiere entrar o no? Lo que Coque no sabe es que cuando una mujer calla, está esperando, invariablemente, que le pregunten "¿Qué te pasa?" La respuesta invariable es "nada", y la expectativa es la insistencia. Si él no me insiste, es que no le interesa. Punto y se acabó. Pero... ¿y si no te pregunta?

Felipe le dice a Patty: "Eres muy especial", lo cual puede ser, en la cabeza de Patty, un intento de honestidad invidada por el alcohol, una confesión sincera, o una muestra más de sensibilidad estratégica. Ella sonrie y dice "gracias", mientras piensa ah, cómo me gusta este tipo. La verdad es que Patty no puede pensar otra cosa. Ella tendría que pensar que el tipo es casado, que en la ciudad donde viven todo mundo los conoce y pueblo chico, infierno grande, que ella, como muchas, es una soltera desesperada que quiere dejar de serlo, es decir, que quiere ser la esposa de..., no la amante de..., y debería pensar que eso de andar a escondidas no es necesariamente sano... Pero lo único que Patty acierta a pensar es que Felipe le gusta mucho...

Tras tocar un par de piezas,
Pepe vuelve tras bambalinas. Y ahí va Betty, que ha dejado a Coque y a Letty en la mesa, mirando con atención la carta de bebidas. Pepe la ve y sonrie, pero de nuevo voltea con preocupación hacia todos lados. Ella no se percata de eso, y en realidad no le importa. Él la besa en la boca y le pregunta con total desenfado: "¿Cómo le vamos a hacer?" Por la cabeza de Betty, entre la sobriedad y el susto, pasan mil cosas: ¿cómo le vamos a hacer con qué? ¿de qué me está hablando? ¿qué me está proponiendo? La cara de interrogante de Betty es tan evidente que Pepe se anima a decirle "Sí, es que en un rato llega mi vieja, ¿cómo le vamos a hacer?"

Escena 3

Felipe y Patty llevan un buen rato platicando en el auto. Él piensa que con ella puede hablar de todo. Ella piensa de nuevo ah, cómo me gusta este tipo, y sonrie y rie abiertamente. ¿Qué pasa por la cabeza de un hombre que encuentra en otra mujer lo que en la suya no está, ni estará nunca, presente? Que en ese lugar y ese momento, no le importa qué pensar. ¡Ah, que mal que no hay condones para prevenir el enamoramiento, y qué tragedia es que éste llegue en momentos de la vida tan inoportunos!

Sandra llega justo en el momento en que
Coque tiene una mano sobre la mesa y la otra sobre el cuello de Letty. ¿En dónde están todos? pregunta, hasta que ve a Betty salir con cara de pocos amigos desde atrás del escenario.
"Ya se tardaron
Felipe y la Patty, ¿no?", agrega Sandra con una cuba en la mano y el tono inconfundible de chisme malintencionado que todos conocemos tan bien.
"Pues de seguro están platicando, ya ves que son muy buenos amigos", miente
Letty, que sabe que algo apesta en las intenciones del buen Felipe porque ha visto a su amiga dos veces en su vida.
Letty sabe que, aunque no sea políticamente correcto, Patty podría acabar andando con Felipe. A ella no le parece la clase de aventura que viviría, pero en su amiga lo encuentra lógico: la soledad nos hace estúpidos, y el amor nos hace doblemente estúpidos, y no hay cosa peor que una persona sola y enamorada, como Patty. Lo que sí no tolera es la intriga que pretende iniciar Sandra. ¡Cómo si no fuera del dominio público que Pepe le pone el cuerno a la menor provocación, y que ella le corresponde con el mismo ahínco!

Entran al Rentoy con algo de prisa.
Patty está roja como tomate; Felipe se nota nervioso. Betty y Patty se miran y saben que deben ir en ese minuto al baño. En ese momento, el celular de Felipe suena con furia: su mujer quiere saber dónde está. Él, más incómodo y nervioso, se despide y se va.

Escena 4

Betty y Patty salen del baño después de un intercambio de palabras del tipo "¿no manches que no sabías que Pepe anda con Sandra?" y "qué flojera andar con un tipo casado", pero que terminó en "tú eres mi amiga y yo te apoyo, pese a todo". Cuando preguntan por Felipe, Patty cae en la cuenta de que en el auto de él están sus llaves: las de su casa, de su auto y hasta de la oficina, y decide que no podrán volver esa noche.

Desde el escenario,
Pepe sonrie un poco incómodo a Betty. Ella ahoga sus pensamientos en un mojito, que se multiplica cada vez que el mesero se aproxima. A la cuenta de seis, Betty ya tiene un mal alcohol y Patty insiste en que se marchen en un taxi a casa de Letty: ya mañana solucionará lo de las llaves.

Durante un rato largo,
Letty y Coque se toman de la mano por debajo de la mesa. Alternan miradas, sonrisas y tragos. Él decide que ya sería buen momento para volver a casa. Por supuesto, Sandra y un muy desilucionado Pepe se marcharon hacía una hora, y estaban solos. Coque pide la cuenta, paga la cuenta, y se marchan.

En el auto, afuera de la casa, se hace un largo silencio incómodo.
Coque mira largamente a Letty. Y la conversación va más o menos así:
Letty: Me gusta estar contigo.
Coque: A mí también.
Se miran, y el silencio es más incómodo. Ella le dice
bueno, creo que mejor me voy. Él contesta con un todo de esperanza ¿no me vas a invitar a pasar? Ella lo mira con los ojos muy abiertos y gran sorpresa: ¿cómo se atreve? ¿cómo se le ocurre? ¡Es la primera vez que salimos en este plan! Por supuesto, esta última observación escapa de los labios de Letty. Coque sonrie a medias y le contesta: "¿Qué quieres? ¿Que te invite al cine? Por Dios... ya tengo cincuenta años".

Lo que
Coque quiso decir es que a cierta edad, los preámbulos están de más... si ya sabemos que nos gustamos, y ya sabemos qué es lo que queremos, ¿para qué hacerle al tonto? Mejor vamos de una buena vez al grano...

viernes, 31 de marzo de 2006

De Almodovar, primer acto

Escena 1

Mientras Letty se desvive entre los cortes de carne y las ensaladas, Patty y Betty entran a la cocina. El resto de los invitados entra y sale de la casa al jardín como si nada. Las tres solteras desesperadas cuchichean acerca de los invitados: que si va a venir fulano, que si sutano ya dejó a la novia, que si esto, que si aquello...

Betty es enviada directamente al matadero: sale al jardín con la encomienda de asegurarse de que Pepe no vaya a quemar la carne.

Patty pregunta angustiada: ¿Va a venir Felipe? Letty responde con una mirada de "no inventes que quieres ver a ese tipo". Acto seguido, tocan a la puerta y ¡oh, sorpresa! Felipe y su guitarra se apersonan.

Escena 2

Pepe abre mucho la boca y mira directo al escote de Betty. Ella, sin saber que la mujer que abanica con furia el carbón del asador es la mujer de Pepe -una corista venida a más que no tiene mucho que esperar de la vida y que se llama Sandra-, sonrie con descaro y bromea con él mientras amablemente le 'ayuda' a dar la vuelta a los cortes de arrachera que se tuestan alegremente en las brasas.

Patty finge muy mal la indiferencia que no siente al ver a Felipe. Él finge todavía peor que no le da gusto verla.

Coque, sentado a la mesa de jardín, bajo la sombrilla que cubre a los comensales de un sol bastante zonzo, mira fija y discretamente a Letty entrar y salir, beber, llevar y traer platos y vasos y vasijas. Un lugar común sería decir que Coque es como un predador que acecha a su presa, y se aprovecha de la ventaja que sus cincuentaypico le dan sobre la pobrecita de Letty; sin embargo, él se siente justo así, como un león al acecho. Lo que ignora es que Letty precibe sus 'discretos' ojos sobre su trasero, y se contonea con una cachondez que es, a momentos, inconsciente.

Escena 3

La carne asada dio pie a otros apetitos más intensos: las botellas de vodka y los chistes se vacían sin parar. La discusión es sobre la rola top del pop en español de esa semana -que las muchachas encuentran encantadora-, y el valor artístico del jazz, que los alegres bohemios no podrían dejar de comentar ante la 'ignoracia' de las solteras desesperadas.

Las miradas se cruzan y Letty, a propósito de aprovecharse, saca un disco de boleros. Al son de Sabor a mí, Coque la toma en sus brazos y se ponen a bailar.

Entre risas más bien etílicas, Sandra y Betty ignoran que han puesto a Pepe en una encrucijada, no del tipo moral -por que esa situación él ya la tiene más bien controlada-, sino de tipo logístico: ¿Cómo me deshago de una para estar con la otra? La solución que se le antoja más atinada es pasarle a Lilia -la mejor amiga de Sandra y una más de las coladas al comilón-, la botella de tequila a la que todos todavía le guardan respeto.

Felipe platica con Patty, acercando mucho su cara a la oreja de ella. Ella se ruboriza hasta la punta del cabello al sentir su aliento en el cuello, pero guarda toda la compostura que la bebida le permite. Cuando acaba el bolerito, Patty se ríe nerviosamente e invita a Betty a pararse a recitar un poema encima de una silla, para beneplácito de Pepe, que al fin pudo tener una justificación para mirarla por completo sin levantar sospechas.

Letty no se ha percatado, pero aún después del baile, Coque tiene su manita atrapada entre sus garras.

Escena 4

Los alegres bohemios, o al menos dos de ellos, disponen sus instrumentos y se ponen a tocar. A Betty, que pese a todo aquel vodka todavía puede articular frases más o menos coherentes, suspira con fuerza un "No hay nada más sexy que un hombre que toca la guitarra", mientras Felipe y Pepe deslizan los dedos y llenan la escena con Girl from Ipanema.

Betty mira a Pepe. Mira los brazos de Pepe, y las piernas de Pepe, y se ruboriza cuando sus ojos se encuentran. No es que sea tímida: es que le asusta pensar que a lo mejor él puede echar una mirada directamente a sus pensamientos: no hay hombres feos, lo falta es más tequila. Acto seguido, llena un caballito y se toma derecho y sin escalas.

Patty, pensando ah cómo me gusta este tipo, observa a Felipe que toca la guitarra y no piensa en nada particular. Intercambia un par de confesiones al oído con su amiga y las dos se mueren de la risa. Después, Betty la mira con cara de "¡No manches que es casado!" Letty llega con una feliz botella de vino tinto y las tres se la acaban en un rato, llenas de resignación.

Sandra, pese a tanta risa y alcohol, se percata de que Lilia está tumbada en el sillón de la sala, ignorada amablemente por el resto de los comensales, excepto por un trompetista que nadie sabe de dónde salió, pero que al parecer llegó con Felipe. Su mutismo lo había mantenido escondido de las miradas de todos los demás, hasta que Sandra lo encontró diciéndole a Lilia que por qué no se iba con él por ahí, porque su mujer la neta ya lo tenía harto y como que andaba ganoso. Sandra, intentando poner orden y actuando como la borracha-cuida-borrachos, levantó a Lilia y anunció que iría a dejarla a su casa.

Ante el panorama de ver la fiesta casi muerta, a penas a las ocho de la noche, acordaron verse en uno de los tantos antros de la ciudad, ya que la banda de Felipe tocará ahí en un par de horas.

martes, 14 de marzo de 2006

De Almodovar... Drama cómico en tres actos

Primera llamada

Los hechos, personajes y situaciones aquí referidos son reales. Cualquier parecido con telenovelas, películas, cuentos o novelas, es puritita coincidencia.

Segunda Llamada

La acción se desarrolla en algún lugar de provincia, donde Betty (yo mera) ha llegado a pasar unas cortísimas vacaciones con su amiga Patty, quien a su vez tiene planeado ir a pasar la tarde a casa de Letty, quien ha invitado a un montón de gente para una carne asada, a modo de celebración por su cumpleaños.

El grupo ahí reunido es diverso, desde cierto punto de vista: Betty, de 25 años, acaba de engrosar las filas del desempleo y los nutridos tumultos de las Ex. Patty tiene 27, junto con una buena chamba y todo lo que eso trae... la soltería incluida. Letty lleva ya un divorcio, pero a sus 35 todavía cree que podría encontrar algún soltero disponible y dispuesto. Las tres solteras desesperadas son, además, ejemplares representativos de la fauna femenina mexicana: una es muy alta y güerita; otra es trigüeña y caderona como las mujeres costeñas; la tercera es chaparrita y morena.

Además, entre el montón de gente que Letty recibió en su casa, se encontraban tres alegres bohemios... en toda la extención de la palabra: Felipe, un guitarrista recién casado que a sus 35 todavía se siente quinceañero reventado, para mala suerte de su mujer; Pepe, que acaba de estrenar sus 23 añitos y es además el contrabajista de la banda de jazz que Felipe insiste en presentar todos los fines de semana en cualquier antro, bar, plaza y/o restaurante que les deje tocar y les fíe las chelas; y Coque, un simpático cincuentón dos veces divorciado que vive de una buena pensión y superó la crisis de los 40 volviendo a las andadas con los 'chamacos' jazzistas de la banda del buen Felipe.

Tercera llamada. Comenzamos

Eran las cuatro de la tarde de aquel día de mayo, en esa capital provinciana de cuyo nombre no quiero acordarme, cuando las tres solteras desesperadas se toparon con estos tres bohemios venidos a más...

(Continuará...)

miércoles, 8 de marzo de 2006

¡Vivan las mujeres!

Aunque tenemos que usar altísimos tacones...













Gastar miles de $$$ para vernos bellas...









Pese a que nos han lanzado al tráfico...









A la escuela...











Al mercado de trabajo...








A pesar de las dietas matadoras...













Y las horas en el gimnasio...













Sin importar las lágimas y el coranzoncito roto...








Los retos...













Las noches de desvelo...









¡Qué bueno es ser mujer!


Porque los hombres no tienen un día especial que los celebre...

¡¡Felicidades niñas!!

viernes, 3 de marzo de 2006

Mr. Febrero: Wentworth Miller




En Febrero, el galán que nos acompañó fue Wentworth Miller. El bellísimo protagonista de Prision Break tiene 33 años, es soltero, mide 1.98 metros, y estudió letras inglesas en Princeton.


Como dato curioso, les cuento que este muñeco tiene las más dispares raíces: afroamericanas, caucasicas, jamiquinas, inglesas, alemanas, francesas, holandesas, sirias y libanesas... todo un ejemplar multicultural...

El 78% de las Solteras Desesperadas opinaron que les encanta este bombón... ¡así que no se lo pierdan mostrando el torso tatuado con los planos de Fox River en Prision Break!

Y este mes, damos paso a otro morenazo: Clive Owen, ganador del Globo de Oro por su interpretación en Closer... ¿Qué piensan niñas?

lunes, 27 de febrero de 2006

Dichos de ayer, hechos de hoy...

Dicho de ayer: "Encuentra a un hombre mayor: son más maduros y hacen mejores maridos".

Siguiendo la instrucción al pie de la letra, me conseguí un novio nada menos que diez años mayor que yo. No sólo dí por sentado el consejo de La Abuela acerca de la madurez de los hombres mayores, sino que además añadí la gran, enorme, importantísima ventaja de que, pasara lo que pasara, ¡yo siempre sería diez años más joven!


Al principio, todo fue maravilloso. Y todo siguió siendo maravilloso, hasta que algo ocurrió...

De entrada yo no lo había notado, pero fue hasta que la reiteración me llegó al punto del fastidio que me dí cuenta: cada vez que podía, no cesaba de repetirme que "él era lo mejor que podía haberme pasado en la vida" y que "me había sacado la lotería con él", y desde luego "nunca me encontraría con otro igual de increíble".

Ya me tenía hasta la charola de los merengues con eso, así que opté por la salida elegante, la preferida de La Abuela, y le dije que queríamos cosas distintas, y que lo mejor era separarnos antes de que fuera más difícil. Por supuesto, no entendió. ¿Cómo me iba él a privar de su excelentísima presencia? Así que insitió durante un tiempo para que volvieramos.

Cuando pensé que las llamadas, los correos, los recados enviados con terceras personas y los encuentros 'casuales' se habían terminado, ocurrió algo que ni La Abuela podría haber previsto: me envió un correo diciendo que "Entiendo que lo que hiciste se debe a que eres muy inmadura y te falta vivir. Pero como yo soy tan noble, inteligente, bondadoso y maravilloso, te perdono".

De sobra está decir que, además de no haberle vuelto a contestar ni el saludo, la anécdota es una de las botanas favoritas de mis amigas...

Hecho de hoy: "Los hombres no maduran: sal con quien te dé la gana"

lunes, 20 de febrero de 2006

Cita a ciegas

La amiga de una amiga tuvo la brillante idea de arreglarme una cita con el amigo de alguien que ella conocía, que acababa de llegar a la ciudad, y que no conocía a nadie.

La idea era brillante, porque en alguna parte de nuestra in-conciencia, mis amigas y yo pensamos que los chicos de provincia todavía no se han contaminado de los modos cosmopolitas de la ciudad, y todavía son capaces de invitarle a una un café y pagar la cuenta.

Sin embargo, era indispensable hacer el check-out. Algún protagonista del enrredo me pasó el Messenger del tipo en cuestión, y antes que cualquier cosa, le pedí una foto.

"¿Cómo te voy a reconocer si nos vemos?" fue mi justificación.

La verdad es que no quería arriesgarme. ¡Claro! Cualquier cosa puede pasar...

En la foto, el chico se veía bastante bien. Moreno, con unos ojazos oscuros grandotes y una sonrisa muy pícara. Después del visto bueno, le acepté la invitación al café. ¿Qué podía ser peor?

La lista de lo peor reza así: yo llegué a la cita puntualmente, él llegó varios minutos retrasado; yo en realidad me esmeré un poco más de lo habitual en arreglarme, él llegó de pants y tenis; yo tenía ganas de ir a comer, él sólo tenía tiempo para un café...

Pero lo peor no fue eso... lo peor fue la gran desilución al ver que, aún si me hubiera quitado los tacones, no me llega ni al hombro...

¡¡Maldita sea la estatura promedio!!

viernes, 13 de enero de 2006

Érase una vez...

... en un país muy lejano, una mujercita que se sabía jóven, bella, simpática y graciosa, que, según ella, tenía todo lo que cualquier hombre podría desear, y que, según sus amigas, se merecía un príncipe azul que la amara al punto de estar dispuesto a todo por ella.

Pero entonces... despertaste. Claro: todas nos sentimos una síntesis de Cenicienta y Lois Lane, es el precio que pagamos por vivir en esta época postmoderna, y pese a que el mundo está lleno de hombres, nos empeñamos en búscar al Príncipe Encantador.

¿No estás cansada de toparte con patanes? Otra desventaja de estos tiempos liberales: parece que el sexo libre es carta blanca para que los hombres anden como abejitas de flor en flor. Y nosotras (¡maldita sea!), parece que estamos genéticamente impedidas para disociar amor y sexo.

Por eso, yo ya me cansé de buscar al príncipe azul: de menos quieno a un hombre que no le tema al compromiso, con todo y el estado de cuenta de mis tarjetas de crédito...