Escena 1
Betty se levanta. Va a la cocina y se empina una coca-cola directamente del envase. Mira a su alrededor: son las ocho de la mañana y la casa de Letty está hecha un asco. Ésta y Patty siguen dormidas, así que sube de puntillas, dispuesta a dormir un poco más. De repente, desde el fondo de la habitación de Letty, alcanza a escuchar un murmullo: es una voz ronca, inconfundiblemente de un hombre. Betty regresa de la cruda en dos segundos y corre de vuelta a la habitación que compartió con Patty.
"No inventes, ha de ser el noticiero", refunfuña Patty medio dormida. Como si fuera apenas lógico y razonable que Letty, después de una borrachera que acabó bien entrada la madrugada, estuviera mirando las noticias a las ocho de la mañana. "No manches, en serio no es el noticiero", responde Betty.
Patty se levanta, y sale del cuarto, aun incrédula. Betty se acuesta boca abajo y piensa qué bruta soy, cómo no me dí cuenta que Pepe anda con Sandra. ¡Pero si ni siquiera se tocan! Eso, en su cabeza, es un absurdo: ¿cómo querer a alguien y no tocarlo? De repente, se abre la puerta de la habitación con violencia, y entra Patty con la respiración entrecortada. Haciendo un esfuerzo sobrehumano por no gritar, exclama !No manches, sí es Coque el que está en el cuarto de Letty! La evidencia es irrefutable: la voz extraña sí es de un hombre que está en el cuarto; el auto de Coque está parqueado frente a la casa.
Escena 2
Patty y Betty medio se arreglan, medio levantan el tiradero del jardín y de la cocina, y medio preparan un desayuno escueto y picoso con las sobras de la comida. Letty, aún en pijama, entra a la cocina y las tres se miran con un gesto de susto, sorpresa y complicidad.
"Coque se está bañando", dice Letty. La pregunta inevitable nunca llega, porque Letty la anticipa: "no pasó nada: nada más quiso quedarse a dormir".
Coque baja y mira a las tres solteras desesperadas sentadas a la mesa de la cocina, bebiendo un café. Parece un niño avergonzado por haberse orinado en la cama. Se sienta y Letty improvisa unas quesadillas. La platica de sobremesa versa sobre la difucultad de encontrar un banco que le atienda a uno bien. Coque se apresura a comer, se despide y se marcha.
Solas y seguras de que la otra no creería su historia, las tres se platican la aventura de la noche. La más interesante es la de Coque: ¿Entonces es cierto que a determinada edad los hombres dejan de pensar en eso y solamente en eso? ¿De verdad crees que podrías andar con alguien que te lleva casi 20 años? ¿Tú crees que de veras sea posible enamorarse de él? ¿Será todo lo que esperas?
La narración de Betty y su cortísima aventura con el contrabajista sorprende a las otras dos, no por el hecho, ya de por sí conocido, de que Pepe intentara ser infiel. Las sorprende por su descaro, rayano en la inocencia. ¿No te diste cuenta de que andan? ¡No, pues si ni se tocan! ¿Y te besó así nada más? Pues claro, ¿qué más querías? ¿Y qué le contestaste? Que gracias, pero no gracias.
La intriga más grande era qué había pasado con Patty y Felipe. Y también fue la mayor descepción: no pasó nada. Estuvieron en el auto platicando, nada más. ¿Todo ese tiempo? Sí, todo el tiempo, platicamos y ya. Pero me gusta mucho. Pero ¿y su mujer? Pues dice que con ella no puede compartir lo que le gusta, porque lo aborrece. ¿Y luego? ¿Y las llaves? Van a tocar otra vez en el Rentoy a las 12. Pues ni modo, hay que verles la cara otra vez.
Escena 3
A las 12 de la tarde, con la cruda y la desvelada y todo, los tres alegres bohemios y las tres solteras desesperadas se dan cita de nuevo en el Rentoy. Las gafas oscuras están a la orden del día, y pretenden esconder lo que para ellos es un secreto y para ellas es una verdad compartida.
Felipe le da las llaves a Patty; Coque le invita una limonada a Letty; Pepe no puede mirar a la cara a Betty.
¿Nos veremos pronto? Le pregunta Felipe a Patty. Ella, incapaz de decir que no, dice que sí, que le gusta mucho verlo tocar, que la verdad es súper talentoso y que con mucho gusto volverá a verlo cualquier día que la invite. Coque le susurra a Letty algo al oído y todos entienden que algo pasó, pero nadie se atreve a pensar más allá de sus manos agarradas por debajo de la mesa. Betty maldice tres veces su suerte cuando Sandra se sienta junto a ella y empieza a platicar como si fueran las mejores amigas.
Más tarde, en la comida, las tres concluyen lo siguiente:
1. Los músicos son impredecibles.
2. Los hombres no son iguales: varían según el modelo y la marca.
3. Ellos ni se imaginan que las tres íbamos a platicarnos todo entre nosotras.
4. Si se lo cuentas a alguien más, de seguro te van a decir que estás loca: esto ni a Almodovar se le puede haber ocurrido.
Betty se levanta. Va a la cocina y se empina una coca-cola directamente del envase. Mira a su alrededor: son las ocho de la mañana y la casa de Letty está hecha un asco. Ésta y Patty siguen dormidas, así que sube de puntillas, dispuesta a dormir un poco más. De repente, desde el fondo de la habitación de Letty, alcanza a escuchar un murmullo: es una voz ronca, inconfundiblemente de un hombre. Betty regresa de la cruda en dos segundos y corre de vuelta a la habitación que compartió con Patty.
"No inventes, ha de ser el noticiero", refunfuña Patty medio dormida. Como si fuera apenas lógico y razonable que Letty, después de una borrachera que acabó bien entrada la madrugada, estuviera mirando las noticias a las ocho de la mañana. "No manches, en serio no es el noticiero", responde Betty.
Patty se levanta, y sale del cuarto, aun incrédula. Betty se acuesta boca abajo y piensa qué bruta soy, cómo no me dí cuenta que Pepe anda con Sandra. ¡Pero si ni siquiera se tocan! Eso, en su cabeza, es un absurdo: ¿cómo querer a alguien y no tocarlo? De repente, se abre la puerta de la habitación con violencia, y entra Patty con la respiración entrecortada. Haciendo un esfuerzo sobrehumano por no gritar, exclama !No manches, sí es Coque el que está en el cuarto de Letty! La evidencia es irrefutable: la voz extraña sí es de un hombre que está en el cuarto; el auto de Coque está parqueado frente a la casa.
Escena 2
Patty y Betty medio se arreglan, medio levantan el tiradero del jardín y de la cocina, y medio preparan un desayuno escueto y picoso con las sobras de la comida. Letty, aún en pijama, entra a la cocina y las tres se miran con un gesto de susto, sorpresa y complicidad.
"Coque se está bañando", dice Letty. La pregunta inevitable nunca llega, porque Letty la anticipa: "no pasó nada: nada más quiso quedarse a dormir".
Coque baja y mira a las tres solteras desesperadas sentadas a la mesa de la cocina, bebiendo un café. Parece un niño avergonzado por haberse orinado en la cama. Se sienta y Letty improvisa unas quesadillas. La platica de sobremesa versa sobre la difucultad de encontrar un banco que le atienda a uno bien. Coque se apresura a comer, se despide y se marcha.
Solas y seguras de que la otra no creería su historia, las tres se platican la aventura de la noche. La más interesante es la de Coque: ¿Entonces es cierto que a determinada edad los hombres dejan de pensar en eso y solamente en eso? ¿De verdad crees que podrías andar con alguien que te lleva casi 20 años? ¿Tú crees que de veras sea posible enamorarse de él? ¿Será todo lo que esperas?
La narración de Betty y su cortísima aventura con el contrabajista sorprende a las otras dos, no por el hecho, ya de por sí conocido, de que Pepe intentara ser infiel. Las sorprende por su descaro, rayano en la inocencia. ¿No te diste cuenta de que andan? ¡No, pues si ni se tocan! ¿Y te besó así nada más? Pues claro, ¿qué más querías? ¿Y qué le contestaste? Que gracias, pero no gracias.
La intriga más grande era qué había pasado con Patty y Felipe. Y también fue la mayor descepción: no pasó nada. Estuvieron en el auto platicando, nada más. ¿Todo ese tiempo? Sí, todo el tiempo, platicamos y ya. Pero me gusta mucho. Pero ¿y su mujer? Pues dice que con ella no puede compartir lo que le gusta, porque lo aborrece. ¿Y luego? ¿Y las llaves? Van a tocar otra vez en el Rentoy a las 12. Pues ni modo, hay que verles la cara otra vez.
Escena 3
A las 12 de la tarde, con la cruda y la desvelada y todo, los tres alegres bohemios y las tres solteras desesperadas se dan cita de nuevo en el Rentoy. Las gafas oscuras están a la orden del día, y pretenden esconder lo que para ellos es un secreto y para ellas es una verdad compartida.
Felipe le da las llaves a Patty; Coque le invita una limonada a Letty; Pepe no puede mirar a la cara a Betty.
¿Nos veremos pronto? Le pregunta Felipe a Patty. Ella, incapaz de decir que no, dice que sí, que le gusta mucho verlo tocar, que la verdad es súper talentoso y que con mucho gusto volverá a verlo cualquier día que la invite. Coque le susurra a Letty algo al oído y todos entienden que algo pasó, pero nadie se atreve a pensar más allá de sus manos agarradas por debajo de la mesa. Betty maldice tres veces su suerte cuando Sandra se sienta junto a ella y empieza a platicar como si fueran las mejores amigas.
Más tarde, en la comida, las tres concluyen lo siguiente:
1. Los músicos son impredecibles.
2. Los hombres no son iguales: varían según el modelo y la marca.
3. Ellos ni se imaginan que las tres íbamos a platicarnos todo entre nosotras.
4. Si se lo cuentas a alguien más, de seguro te van a decir que estás loca: esto ni a Almodovar se le puede haber ocurrido.
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