La amiga de una amiga tuvo la brillante idea de arreglarme una cita con el amigo de alguien que ella conocía, que acababa de llegar a la ciudad, y que no conocía a nadie.
La idea era brillante, porque en alguna parte de nuestra in-conciencia, mis amigas y yo pensamos que los chicos de provincia todavía no se han contaminado de los modos cosmopolitas de la ciudad, y todavía son capaces de invitarle a una un café y pagar la cuenta.
Sin embargo, era indispensable hacer el check-out. Algún protagonista del enrredo me pasó el Messenger del tipo en cuestión, y antes que cualquier cosa, le pedí una foto.
"¿Cómo te voy a reconocer si nos vemos?" fue mi justificación.
La verdad es que no quería arriesgarme. ¡Claro! Cualquier cosa puede pasar...
En la foto, el chico se veía bastante bien. Moreno, con unos ojazos oscuros grandotes y una sonrisa muy pícara. Después del visto bueno, le acepté la invitación al café. ¿Qué podía ser peor?
La lista de lo peor reza así: yo llegué a la cita puntualmente, él llegó varios minutos retrasado; yo en realidad me esmeré un poco más de lo habitual en arreglarme, él llegó de pants y tenis; yo tenía ganas de ir a comer, él sólo tenía tiempo para un café...
Pero lo peor no fue eso... lo peor fue la gran desilución al ver que, aún si me hubiera quitado los tacones, no me llega ni al hombro...
¡¡Maldita sea la estatura promedio!!
La idea era brillante, porque en alguna parte de nuestra in-conciencia, mis amigas y yo pensamos que los chicos de provincia todavía no se han contaminado de los modos cosmopolitas de la ciudad, y todavía son capaces de invitarle a una un café y pagar la cuenta.
Sin embargo, era indispensable hacer el check-out. Algún protagonista del enrredo me pasó el Messenger del tipo en cuestión, y antes que cualquier cosa, le pedí una foto.
"¿Cómo te voy a reconocer si nos vemos?" fue mi justificación.
La verdad es que no quería arriesgarme. ¡Claro! Cualquier cosa puede pasar...
En la foto, el chico se veía bastante bien. Moreno, con unos ojazos oscuros grandotes y una sonrisa muy pícara. Después del visto bueno, le acepté la invitación al café. ¿Qué podía ser peor?
La lista de lo peor reza así: yo llegué a la cita puntualmente, él llegó varios minutos retrasado; yo en realidad me esmeré un poco más de lo habitual en arreglarme, él llegó de pants y tenis; yo tenía ganas de ir a comer, él sólo tenía tiempo para un café...
Pero lo peor no fue eso... lo peor fue la gran desilución al ver que, aún si me hubiera quitado los tacones, no me llega ni al hombro...
¡¡Maldita sea la estatura promedio!!
4 comentarios:
Jajajajaja...
Caras vemos y estaturas no sabemos jejejeje.
Saludos
jajajajajajajajajaja muchachitaaa si eres alta, no olvides una de las preguntas basicas... CUANTO MIDES? jajajajajajaja velo por el lado bueno, a mi me alegra ser alta, asi no huelo axilas del populis jajajajajajaja
excelente post
saludos
los principes azules ya no existen, lo que debemos hacer es dejar de creernos princesas rosas... yo por eso trabajo duro para ser una bruja azul (si exito la verdad jeje) pero al menos el intento le hago jiji
saluditos
sigo leyendo...
Ahora comprendo la desesperación: basta ver la frivolidad de los vínculos...te deseo suerte que la vas a necesitar.
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